Ni blanco ni negro
Este año murieron 3 familiares a
quienes quería y estimaba, curiosamente, las tres eran mujeres. También murió un
amigo, un amigo que siempre le tendré en mente por sus locas ideas y su sonrisa
repetitiva mientras platicábamos, un amigo que ahora más que nunca me impulsa a
hacer cosas que sé que a él le hubiera encantado hacer.
Perdí a varias personas y de
varias formas, la muerte es la única oficial que nos permite llorar, pero hay
más formas de perder a alguien y más dolorosamente qué por pena o por orgullo o
lo que sea, nunca mostramos lo que realmente sentimos más que en esa soledad de
nuestra cama gigante.
Hace tal vez un año y medio
hubiera visto todo de un modo diferente, blanco o negro, así de simple, o me querían
o no, o eres buena o mala, o eres una maldita o una santa, aquí o allá. Una
bidimencionalidad que nunca acaba. Y lo cierto es que me di cuenta que no puedo
funcionar así.
Soy de carne y hueso, puedo
mandar todo al carajo y al día siguiente estar preocupada y arrepentida y
seguir pensando que fue lo mejor pero no de esa forma. Me gusta cometer mis
errores que solo me acercan a eliminar caminos que simplemente no son para mí,
y no por eso son equivocados o malos.
No soy una buena persona, procuro
serlo, pero no lo soy.
Ojalá la vida fuera tan fácil como
un si o un no, como el blanco o el negro, como el hacerte formar contratos de
por vida que aseguren que las cosas son así o que nunca lo serán. Y nos
mordemos la lengua a cada que pensáramos o dijéramos una nueva promesa que
nunca vamos a saber si es cierta o si tiene una fecha de caducidad para
nosotros.
Ojalá pudiera odiar al 100% y
alejarme de todo, ojalá olvidar a alguien fuera como quitarse la ropa sucia y
quemarla, y lo cierto es que no. Lo cierto es que siempre tendremos esos
recuerdos, esa intención, esas ganas y frustración. Le rompimos el corazón a
alguien y alguien a nosotros y no por eso somos malos o buenos.
Nuestro tiempo no se fija en un
día, “un día del amor y la amistad” que nunca me ha funcionado, una primavera
que nunca me ha hecho florecer, o un verano en el que luzco gorda y no estoy en
biquini dentro de la playa. No son mis tiempos de ser madre o de ser exitosa en
mi carrera, de tener novio o de tener una casa, no es mi tiempo de morir, pero
sí es mi tiempo de vivir a la forma más cercana de lo que yo quisiera.
Lo siento, sé que le hice daño a
varias personas en este año y que discutí mucho con otras, que conocí a algunas
que me cambiaron mi forma de ser y que dejé a otras que eran el centro de mi
ser. Una disculpa no arreglara todo, pero si existe una oportunidad de que, sin
forzar las cosas, podamos estar bien, la tomaré.
Gracias por quienes están aún, no
sé cómo me aguantan… y por cambiar
conmigo y no dejarme cambiar sola o darme de golpes cuando era necesario, solo
una clase de persona es la capaz de decirte las cosas en tu cara sin importar
que te pongas mal, alguien que quiere seguir siendo tu amigo.
Y estoy tranquila de que este año
se acabe, no como imagine, pero sí como tal vez debería de ser, y la verdad es
que no tengo ganas de preocuparme por más de lo que yo no puedo hacer.
La vida no es blanco o negro, hay
una escala interminable de grises que nos recuerdan nuestros errores, y nos
hacen entender que no todos actúan así de bien o así de mal como nosotros. Lo
que es alegría para ti, puede ser tristeza para alguien más. Lo que crees que
es justo tal vez está incompleto o solo lo ves de un lado.
Ni blanco Feliz año nuevo.
Comentarios
Publicar un comentario