La plaza de los que esperan

Y aquí estamos.
Viviendo bajo la sombra fresca que nos otorgan unos árboles,
sentados en las bancas, en las sillas, en las orillas de aquellos pequeños espacios llenos de pasto y plantas,
tan solo esperando, cómo casi todos en su mayoría lo hacen ahí.
La gente se queda de ver con amigos, familiares, parejas, conocidos o próximo para conocerse.
Todos comparten el espacio, " la plaza de los que esperan".
Pero, ¿Qué esperan? los niños esperaran correr por las escaleras del kiosco, jugar y correr por un buen rato sin importar el tiempo ni el cansancio, tan solo corriendo y jugando; los adultos grandes llegan con buenas camisas, todos arreglados, sentados para esperar el tiempo de la buena música y que puedan  hacer una buena invitación a bailar, esperan al hombre que tocará el teclado al centro y que formara un ambiente diferente desde el momento que sus dedos comiencen a crear la magia que tanto esperaban las personas de la plaza en toda la semana.
Y así los pasos de aquella pareja comienzan a hipnotizar mis ojos sin dejar de observarlos, aprendiéndome sus movimientos, la forma de ejecutar cada forma en sus pies, todo conforma un verdadero espectáculo tan lleno de colores mientras lo niños corren juegan y gritan, el señor toca sus melodías en medio de la plaza, los adultos bailan, las campanas suenan, los cohetes salen disparados al cielo, la llegada de una peregrinación se hace presente y yo me hipnotizo por los pasos de aquella persona que conforma como la cereza de folklore en mi cuadro.
Pero cuando regreso a la realidad recuerdo cómo es qué llegue ahí, que era lo qué estaba esperando.
esperaba la oportunidad de perderme justo en un momento en que todo quedara perfecto para desaparecer en lo que veía, cómo el pintor que solo disfruta del paisaje pero que no puede participar en el, sino que solo lo comparte con su perspectiva metamorfológica, así mismo estaba yo bajo el efecto embriagante de esta sociedad,  del momento y del instante.






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