Amanda Strike

Amanda Strike no tenía nada que ver con mi maldita forma de vida, o tal vez un poco, tal vez esa extraña sensación que me causaba porque era inevitable que la volteara a ver.  Aún colgado de otras mujeres, era casi imposible que no notara su presencia, aunque por supuesto, nadie lo tenía que saber y mucho menos ella.

La odia a la maldita, odia su cabello, odiaba tanto su cintura y odiaba más a sus malditas piernas, odiaba tanto que quería matarla y quería alejarme. Un tanto absurdo, sin sentido y así era, como una extraña enfermedad de la que no me podía curar y no quiero ser curado.

Amanda no era la clase de chica que se veía bonita, pero me encantaba verla al despertar, me gustaba verla mojada, me gustaba ver cuerpo junto al mío y me encantaba acostarme a su lado para poder olerla. Esa voz tan desesperante que me hacía querer salir huyendo y que en ocasiones le llegue a gritar. Esa voz que me llenaba de ternura y me desnudaba en so fragilidad.

Odio verla en otros lugares cuando debería de ser diferente la situación, cuando sé que de alguna forma ella debería de estar aquí conmigo ingeniándoselas para hacer de mi vida un desastre, metiéndome dudas, haciéndome sufrir, haciéndome enojar y también haciendo que me de cuenta de que toda esa ternura y sensualidad podían estar juntas. Dándome cuenta que la limitaba y al mismo tiempo yo me extendía, y que me faltaron tantas cosas por hacer con ella que hasta el último momento la sorprendí con más decepción.

Te odio tanto Amanda, porque la cague, así de fácil, la cagamos y ya no se puede hacer más. No es todo mi culpa y no es del todo suya, son una serie de eventos que nos hacen darnos cuenta que no podemos seguir más tiempo jugando a esto, a esta novela de romance enfermizo, porque aunque ya no pueda seguir estando con ella, quiero que sepa que la amo.

Qué no me puedo quitar de la cabeza esa parte que eres, esa vida que te di y esa última parte de mi ser que no sé dónde la dejaste. Y sé que tu también ya estas con alguien más que te hará sentir mejor, un sujeto más alto o más inteligente, más fuerte o más ágil, o peor aún, que llega a darte más placer que yo. Pero no importa, yo también estoy con otras, y no me la paso mal.

No sé qué es lo que quiere Amanda de mí, pero sea lo que sea, estoy seguro que no escribiría esto si ella no siguiera pensando aún en mí, y qué dónde quiera que ella esté, desearía que supiera que mi corazón aún le pertenece y que es digna de hacer lo que quiera con él.





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