La felicidad Cambiante
Había pensado qué clase de felicidad era la que
buscaban las personas, la idea de ser exitosos, viajar, tener dinero, una
pareja o suerte en el amor, incluso tan solo tener salud. Nunca sabemos hasta
que momento podemos necesitar de alguna de estas situaciones, pero la buscamos
y a esa búsqueda la llamamos felicidad, pero hasta ahí todo me había quedado
claro, la felicidad estaba al alcance de
unos cuantos que tenían la capacidad de ver las cosas de una forma muy optimista
y había otra clase de personas que siempre se estaría quejando de todo porque
nunca se sentiría bien con lo que tiene.
Fue hasta hace poco que comencé a tener una pequeña
duda sobre todo esto, ¿En realidad era
feliz?
¿A qué llamaba en sí felicidad desde
mi perspectiva? Había algo completamente
claro, había compartido bastante de mi felicidad con alguien que en sí,
también su felicidad me provocaba un bienestar inigualable, porque cuando
estaba con él en serio que me sentía completa, me sentía por un momento libre y
sentía que no era solo un cuerpo con forma de Paulina sino un ser más que vivo.
No sé exactamente cómo explicarlo, pero esa era
mi clase de felicidad y como de cierta forma era mi zona de confort para seguir
produciendo mi propia felicidad en base de compartir TODO con mi persona
favorita, ¡eso era más que felicidad! Incluso cuando él manejaba y escuchábamos
música mientras yo sacaba mi mano para acariciar el viento y no pensaba en el tiempo ni en
ninguna concepción del mundo “realista” porque yo seguía en mi manera de
SENTIR las cosas.
Creo que eso es un bello concepto de ver las
cosas, pero también esas situaciones no son para siempre. La crisis muchas
veces empiezan por esos cambios que no contemplábamos pero que no podemos
evitar o que ya nos sentimos cansados.
La felicidad se basa en el pasado, se basa en
lo que dejamos que ocurra pero también conscientes de lo que ya nos ocurrió. Pues
es cómo recordamos y elegimos guardar un
momento feliz y lo queremos repetir e incluso amplificar, lo queremos
seleccionar y lo queremos revivir. Es un trago profundo de vino del Valle de
Guadalupe con un gran calor y una copa bien fría, qué si bien no sabemos tomar
vino sabemos que en ese momento es lo más delicioso que hemos podido probar, y
así ocurre en toda nuestra vida.
La felicidad también puede ser esperar que algo pase, puede
ser creer en algo o alguien, puede ser tantas cosas hasta incluso el estar
triste, aunque no lo notamos pero nos hace sentir mejor, cómo el recuerdo de un
ser amado que ha muerto. Es empatía e incluso en los peores casos es venganza,
pero también puede ser aceptación para
las situaciones que entendemos y estamos de acuerdo, qué esperábamos y que anhelábamos;
pero también en los casos más difíciles una resignación que nos puede llevar a
una clase de adicción sin darnos cuenta y que solo nos adormece para no poder
enfrentar las cosas cómo deberían de ser.
La felicidad es cambiante, ya no es la misma
alegría de hace un año o incluso de hace un mes en una fiesta. Creo que es
cambiante y selectiva en exageración a cada vez que maduramos. Creo que nos
enfrenta a las peores situaciones para encontrarnos y también suele encontrarse
en momentos que no lo habíamos pensado.
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