Arma cargada
Pingüino
Te imagino ahí sentado esperando a esperarme, pero con mi
atrevimiento de tiempo precoz que no te dejo nunca esperarme, creo que eso solo
me pasó contigo. Pero hoy no quiero hablar, estoy tan cansada de la misma
mierda de todos, cada día haciendo lo mismo y cometiendo los mismos errores. Dime,
¿Acaso nos acostumbramos a sentirnos seguros, o solo es ese instinto de
supervivencia? Los veo, los veo a diario y me destruyen con sus estúpidas
costumbres que sé que son mentiras, o al menos tengo razones para pensar que no
son reales. Ahora entiendo tu ridícula y razonable teoría de las mentiras.
No tengo valor para verte, no porque te he decepcionado, o
haya decepcionado a la otra niña, realmente me siento hundida, y me recuerdo
tanto a hace dos años que me sentía tan sola, con la minuciosidad de los
detalles que pasan en mi mente. No puedo evitarlo, y si tan solo pudiera
hacerte sentir un poco de lo que tengo dentro sentirías tanta lástima por mí y
no quiero eso. Juro que busco una salida, que busco lo mismo que hace tiempo
pudo levantarme, pero no puede ser igual.
A veces pierdo la razón y me siento querida por pequeñas
dosis de ilusión y me pierdo en esa preocupación de estamparme con la realidad
y los hechos mudos en los actos de las personas que solo pueden ver ese disfraz
del cual ya no me reconoces. Creo que no se han dado cuenta que al final solo
soy humana, que más que una simple mortal tengo debajo de esta sudadera sucia,
recuerdos y sentimientos, que yo no puedo abrazar a “ella” como tú y los demás
lo hacen.
Pingüino, te odio.
Igual no pienso mucho lo que siento por ti, por él, por el
otro, por los pasados y los actuales. Honestamente esta bicicleta ya se rompió.
Pingüino, ni siquiera te puedo escribir porque no me leerás,
pero ya no te idealizo, sea lo que sea que hagas justo en este momento, solo
deseo que no te sientas como me siento yo, que te sientas alejado de toda esta
mierda, que tu pecho no albergue más qué ese baile despreocupado de rojo
atardecer en la azotea.
Tiré mis diarios, y ahora solo a veces me pregunto si fuiste
de verdad, ya no tengo nada de quien era antes, y está bien, igualmente me
puedo acostumbrar a estar en el opuesto de los demás, y al sentirme tan
utilizada como en estos meses.
No permitas que te abrace porque me quedaré ahí, en esa comodidad que estoy odiando, no permito leerte, no permito verte más, porque al parecer todos tienen el tiempo contado y tienen ideales que cumplir, promesas que se les marchitan como flores y que se rompen, o peor.
Comentarios
Publicar un comentario