Sobre la Costumbre

Sobre  las costumbres
¿Cómo comenzar a preguntarnos dónde comienza la costumbre y dónde estamos seguros que seguimos nuestro deseo?
Creo que me ha pasado últimamente ese momento en qué entro en conflicto al saber que varias de mis acciones las realizo más por costumbre que por un deseo consiente de mi realidad.
Hemos apagado en varias ocasiones nuestro aparato crítico solo para dejar pasar las cosas, ciertas situaciones que queremos ser aceptados y que no nos  dejan ser como somos.
Qué ocurre cuando no dejamos de cambiar para podemos acostumbrar a a ciertas situaciones, ¿Acaso tratamos de ser pragmáticos en algunas situaciones?
Nos podemos acostumbrar a nuestra mala política, a la pobreza, a la falta de recursos y verlo como algo normal, cómo esas personas que piensan que la corrupción es completamente un síntoma normal de la burocracia actual como parte de una justificación a los hechos que ahora se manifiestan en la violencia  que tenemos en la actualidad.
Nos podemos acostumbrar a la dogmatización  de nuestras creencias inexplicables de salvación, tan solo cerrar  los ojos sin pensar o sin siquiera sentir. Creemos en una costumbre que nos enseñaron a seguir porque así lo siguen los demás. ¿Pues que ocurre cuando nuestro nacionalismo se pone a prueba? ¿Qué ocurre cuando nos ponemos a pensar porque algunos se pueden llamar más creyentes, más patrióticos, más fieles?
¿Acaso necesitamos más de la costumbre que la racionalidad?
Nos acostumbramos a hacer algo, nuestra rutina que no debe ser interrumpida y la forma en la que hacemos las cosas por inercia, de igual forma dejar de analizar el porqué las hacemos  y si realmente necesitamos hacerlas.
¿Para qué vamos a la escuela? ¿Qué en más de diez años no hemos aprendido nada?
¿Necesitamos que una costumbre elitista que nos  escoja nuestra forma de ser, de ver y de vestir?
Y no solo las costumbres pueden servir para contener una conducta sino para justificarla en indefinidas ocasiones y provocando problemas entre personas.
Una costumbre puede ser tan dañina para ti como para las personas que están a tu alrededor que nos confunde en saber qué es lo que realmente queremos.
No podemos acostumbrarnos a sentir descontento, inseguridad ni violencia. Una costumbre no es parte de nuestro hábito y una costumbre puede romper con más racionalidades que afectos e incertidumbres.

Si me preguntan, detesto las costumbres, pues como pequeñas mentiras se meten para crearnos otra realidad, las costumbres nos alejan, nos enajenan, nos dividen y nos han extraído en muchas ocasiones de nuestro ser.


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