Los ocho Pecados Capitales -La tristeza-
Pecado capital 1
Siempre he querido que la vida sea más fácil, que las cosas
resulten a la perfección cómo si se tratara de una fórmula general para tus
problemas, tal y como la que te enseñan en algebra – ¿o era aritmética?-. Nadie puede decirte que es lo que debe de
seguir, nadie nos puede asegurar el camino ideal y perfecto para lo que
subjetivamente deseamos, somos simples humanos tratando de comprender que es lo
que realmente queremos –que me queda claro que no siempre es la búsqueda de la
felicidad.
Los pecados capitales parecen ser una guía contraria
moral-religiosa de lo que “no debes hacer”, es decir, “sí lo haces, estás mal”.
De tal forma estas acciones se vuelven la cabeza (la capital) de lo malo, la raíz
de malos actos.
No lo había pensado así hasta que leí un pequeño artículo de
un santo que se le ocurrió hacer una lista de los ocho pecados capitales, si si
si, escucharon bien, él dice que son ocho y no siete, lo cual me intereso más –aún
más limitaciones al “que no hacer”- .El nuevo que menciona es el de la
tristeza.
La tristeza como pecado capital suena gracioso, todos
pecarían al menos una vez al día, una idea que no nos gusta, una pesadilla, un
mal recuerdo, una ofensa, una noticia,
tus planes fallidos, todo. Siempre estamos expuestos a ella, y más si eres una
persona nostálgica o sensible o tal vez con un problema que vienes trayendo de
varios días atrás. Pero si me
preguntaran a mí, yo no diría que la tristeza sea mala –probablemente me
condene por esto- pero sin la tristeza no podríamos encontrar la felicidad, no
podríamos apreciar lo que tenemos o tuvimos, lo que perdimos y lo que ansiamos
tener.
La tristeza es borrosa, es húmeda y es gris, es temerosa y
es temida, la tristeza es soledad y muchas veces silencio. Es incomprensión y
desesperación. La tristeza puede llegar a ser una adicción de una visión que no
desea conocer nada diferente y que buscará la misma situación para continuar
así –creo que eso ya es depresión…-.
Pero ¿cómo llega? Eso es lo más curioso, porque normalmente
queremos entender que la tristeza la provoco alguien que arruinó nuestra
felicidad. Felicidad que también es provocada por alguien –irónico -. Pienso
que tal vez se trata de un problema de predisposición y sensibilidad.
NO. Son nuestras frustraciones
y disfunciones las que nos llevan a tal “pecado”.
Claro que no todos llegan a sentir el mismo nivel de tristeza, pues algunos
pueden sentirse más responsables que otros al momento de no poder controlar sus
deseos u objetivos, sus sueños y proyectos.

Al final de esto, yo
no tengo la verdad absoluta, pues como les comente, no existe una fórmula
exacta para los humanos.
P.D. Los efectos
secundarios de la tristeza (dígase melancolía, enfermedades físicas y mentales,
trastornos de varios tipos y demás, incluso el suicidio) deben ser tratados.
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