Bajo el cielo censurado de los deseos más esperados

Bajo el cielo censurado de los deseos más esperados

Si la gente camina por las calles soñando despierta, esperando en la alameda la fragilidad del destino que les prepara sin que ellos puedan hacer nada, dependiendo de la voluntad divina de los mortales que los rodean.

Y si lo que buscamos no es lo que nos  hace feliz, ¿estamos equivocados?

No espero que lo entiendas, espero que lo sientas, así como se siente el golpe en el  pecho, las vibraciones inexplicables en tus dedos, las ganas de gritar  y no tener voz. Justo esos instantes que nadie puede describir y que no se definen porque no son completos pero si son puros. Alejándose de toda crítica, ¿¡Qué importa lo que los demás puedan opinar?! Si al final de todo esto solo buscamos esa sensación especial que nos hace sentir seguros y que irónicamente es por lo que más arriesgamos.

Qué sino se puede vivir de fe, qué sino se puede vivir de amor, qué sino se puede vivir de dinero y poder. ¿Acaso buscamos dominar o ser dominados?

No se trata de lastimarse y no se trata de no hacer nada para evitar cualquier daño.
No estoy segura si a cada golpe nos rompemos más o nos hacemos más fuertes, el cambio es una condición obligatoria y los recuerdos la elección del silencio y nostalgia. Mis piernas tienen golpes y cicatrices, algunas fueron más fuertes que otras, pero no dejo de correr, de bailar por lo que me llena y me apasiona.

El miedo es necesario ante esos silencios, en la inmensidad de la lejanía en la que te quedas dentro de la soledad, en el momento que escuchas el sentir de tus latidos. Miedo a no estar en lo correcto, miedo a equivocarte por alguien más y miedo por dejar de ser lo que tanto te costó.
Miedo a cegarnos en el mismo miedo y en el mar de las inseguridades y toda esa porquería que nos llena la cabeza cuando dejamos de escuchar lo que realmente queremos.

Y cuando hablamos del  mundo, qué  si el mundo es más grande, que hay  más  de  lo que imaginamos ¿de qué mundo me  hablan ustedes?  Si todos volteamos  al final para  ver el  azul  del cielo.


Dejémonos de prejuicios y de clichés ¿Acaso está  condenado a la infelicidad material aquel que vive de su fe como aquel que vive de amor, solo porque el otro buscó el dinero y el poder? Te  diré que los tres están condenados, porque para  encontrarlos y mantenerlos   se necesitó más que suerte. 

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