Sangre

Pintura.
Pintura roja.
No, no era pintura roja, pintaba con sangre aquellas paredes que eran de color crema, parecía mentira y desperté. Y ahí estaba ella,  húmeda, sudando, con el cabello alborotado, los ojos hinchados y  rojos, no dejaba de llorar y jalar aire que al parecer se asfixiaba.
Quería despertar, pero ahí estaba, era más real de lo que las pesadillas nos pueden  preparar.  Sentía que debía quedarme pero no podía decir nada, el daño ya estaba hecho, ¿qué iba a hacer yo ahí?  La dejé ahí, dentro de su casa, sola con la lluvia y las lágrimas que no quería ver. Le dejé lo que faltaba de mi llavero y me marché.
Subí al auto y  subí al máximo  el volumen, hay voces en mi cabeza que no puedo callar y el eco de sus lloriqueos no lo quería escuchar.
¿Qué había hecho?
No quería llegar a esta situación, quería borrar todo este sentimiento, pero es por causalidad de ser humanos el que seamos frágiles y que los sentimientos nos traicionen. Traición, suena extraño pero probablemente así se sentía ella y no la culpaba. Ambos nos dimos lo más valioso: nuestro tiempo, realmente la quería pero no sabía cómo amarla.  Si existía una prueba de que ella realmente estaba enamorada de mi era el que hiciera esto por  mí y no por ella, que corriera después de haberle dicho cosas que siempre lamentaré pero que son ciertas. Ella me amaba tanto y  tan peligrosamente que me daba miedo que alguien sintiera eso.
La había dejado temblando, y aún sentía la humedad de sus lágrimas en mi sudadera cuando me abrazó, ella no se merecía esto.  Después de todo se echó la culpa y solo podía tomar su cara para decirle que no era así.
Esperaría que algún día me perdonara, pero no lo hará y sé porque. No porque no pueda, no porque no quiera, será porque seguiré igual, porque pasarán días, semanas o tal vez meses sin que haga algo. Perdiéndome entre amigos, evitando situaciones, buscando compañías, tomando o fumando, algo llegará… pero nada cambiará, y eso es la realidad.
Dejaré que ella lloré hasta que ya no pueda, y sé perfectamente que perderá el sueño, pero no haré nada para cambiar las cosas. Tal vez escuche noticias de ella, pero no cambiaré.
Ella lo sabe, y duele que sea verdad. Si es que ella prestó atención habrá encontrado en mí un poco de verdad, el verdadero ser que tanto trate de ocultar.
Ahora lo único que nos queda son los  recuerdos, que no son recuerdos, son tesoros que no se podrán encontrar nunca.  

Siento tanto que haya sido así.

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