Dejando de juzgar
Mi nombre es
Paulina y trabajé para A.A.
(Hola Paulina…)
Durante
unas semanas estuve escuchando qué era y qué no era un alcohólico, lo que debe
y no debe de hacer y un montón de justificaciones. Historias que se pueden ver
desde una perspectiva de género o historias que solo te dejarán pensando un
buen rato.
¿Qué
ocurrió?
No
sé cómo empezar, no es una historia corta ni larga, pero es una historia acerca
de cómo la sociedad cada vez es más enajenada de lo que en realidad ocurre, de cómo
es muy fácil dejar de ver a un lado para comenzar a ver al otro, y de cómo
meterse en la “porquería” puede ser una redención para muchos, incluyéndome a mí.
Comencé
trabajando esperando poder encontrar una “excusa” para seguir “saliendo” con
alguien, lo que no esperaba es que esa persona se desharía de mi tan rápido… en
fin, esto no es el centro de la historia, pero si es parte de comenzar con algo
que aprendí que aquí llamaban “malestar”.
Conforme
pasaron los días fui aprendiendo que la gente comúnmente te señala si tienes
algo que ver con A.A., porque claro que es fácil señalar a alguien que no
controla su forma de beber, decir que es una mala persona o solamente segregarla
y fingir que no existe.
Escuchar que no se puede razonar con un alcohólico o
con un drogadicto (entre otras adicciones), y mantener el estereotipo que eso
solo le pasa a la gente de recursos limitados.
Un
ambiente que en esencia y apariencia es altamente sexista y machista, pero
darte cuenta que al final, todos sin importar el género terminaban ahí, en ese
mismo agujero. Es como esa frase que escuché una vez en reunión “Mi última
borrachera me la di con coñac. Gasté mi dinero en lo mismo que gastaba el alcohólico
de la calle y terminaba igual que él; mis problemas eran más bien de ego, y alcohol
solo era la forma.”
Otro
día el coordinador de un comité me dijo “Todos tenemos el mismo problema, solo
que algunos se tardan más en descubrirlo, esos son los más enfermos. Incluso tú
tienes un problema, no es por medio del alcohol, es por otro medio, tú sabes
cual, pero igual lo tienes.” ¿Qué tan honesta eres contigo cómo para saber cuál
es el problema? Yo soy buena onda, obvio no tengo problema, problema los demás….
Bueno, mi problema es diferente.
¿Cuántos
de nosotros somos conscientes de nuestro problema y lo hablamos?
Recuerdo
que sin darme cuenta me era fácil señalar a quienes por medio del alcohol
demostraban su malestar, pero no me daba cuenta de que esa misma parte de mí
que señalaba a los demás, no tenía el valor de enfrentarse y decir que en serio
la había c@g@do un montón de veces con la gente que estaba a mi alrededor. Que
había lastimado a mis conocidos por no darme cuenta de que mi ego era demasiado
grande y que aunque no era el alcohol mi quiebre, si había otro punto de desfogue
que era igual de dañino.
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