Qué es lo que quieres a estas alturas?

Veo sus manos, encuentro y necesito de ese ramo de besos amarillos que me puede regalar en mis mejillas con alegres sonrisas, azules en el cuello y blancos en la frente.

No es que los necesite, no los necesito para nada, solo me son fugaces y un disfrute de un momento lleno de colores. No necesito más de esos besos que me ilusionan porque no es lo que quiero, y no necesito más de esas bellas palabras que me alegran el corazón y vuelven todo de una forma diferente. No quiero que me tomes de la mano para sentirte cerca, porque a pesar de que me gusta sé que eso no es lo que más me importa y lo que realmente cambia las cosas.

A la mierda con las cursilerías que nunca digo y que me guardo en mi espacio lleno de miel para recordarme que aún vive esa parte de mí y que, a pesar de mis transformaciones de pensamiento, pareciera que eso nunca cambia en realidad.

No me preguntes que es lo que quiero porque no te lo voy a poder explicar, no lo quiero siquiera entender yo, y eso me hace sentir tan bien que no me preocupa lo que vaya a pasar en un futuro.

Quiero sentirme amarilla con esas cosquillas y ansiedades dentro de mí porque sé que va a pasar, pero no me quiero sentir más allá de eso.

Disfruto de esas cálidas blancuras de instantes y momentos con toques de verde en espacios pequeños, a la luz de la luna o a plena luz del día.

No quiero llamarte todo el día y no quiero que me llames todo el día, quiero que desees llamarme y que me platiques ese deseo, que me digas en que cosas piensas en mí, que me cuentes tu teoría de la vida y que me digas porque esa película te hizo ver las cosas diferentes.

Que me recuerdes porque te gusta mucho ese libro y que me critiques por lo que hago y que te fascine al mismo tiempo o que te aburra y no me pidas hablar más de ello porque hay otras cosas que te gustan más de mí.

Que me hagas ver esos detalles que no veo en mi para bien o para mal, y que choque en un muro que me sacuda porqué he aprendido a conocerme a través de tu mirada.
Llámame genio y elógiame, no me importa, mi trabajo es solo mío en servicio de los demás y lo amo demasiado. No puedes quedar bien conmigo haciendo todo bien, haz que te ame por  tus errores, conociendo que nada puede ser peor y que aun así estoy aquí porque no le temo a esa persona que llegues a ser, sino a la que me llegas solo a mostrar en ocasiones y que se oculta detrás de una aburrida fachada.

No me leas para ser el que se interesa en mí, sino porque realmente quieres saber lo que pienso y porque correrás el riesgo de todo esto y más.
No me escribas ni me pases poemas porque los leeré, no me los leas porque me los aprenderé. Has de mi un poema para siempre.

No me idealices, no me victimices, no me pidas perdón, no pierdas el tiempo en enojos o tristezas, en preocupaciones o mitos, enfréntamelos con palabras y actos que podemos y tendremos que lidiar.
Odia mis mentiras, pero no me odies a mí, así como odio tus estúpidos actos que haces sin pensar creyendo que no importaran, pero importan mucho y no dejarán de ser graves, pero podré lidiar con ellos porque ahora sé que existen.

Se suave, no me veas directamente a mis ojos que mi corazón se sale con dudas y permíteme ver más esa forma en la que me enamoro de ti y déjame desbordarme de tus detalles.
No dudes de mis sentimientos que no los dejo fluir con facilidad y se acabarán si los sigues cuestionando porque esos no los puedo obligar y solo ocurren.



Paulina 22 años y un poco más de un mes.

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