Retazos
Éramos tres
A nadie escribe de eso, pero yo lo haré.
Lo haré porque me gusta recordar esos
momentos en que parecía que todo era fácil, en que me cuando caminaba hacia mi
casa me dolía el estómago de tanto reír y no me quedaba energía para hacer la
tarea porque estaba cansada de que todo el día había corrido.
Nadie puede saber de las veces que me salía
de la escuela con ellas para salir a
comprar conos con crema chantilli y caminar por las calles de nombres extraños
para platicar con mis mejores amigas sobre las cosas que nos molestaban y que
no queríamos que nadie más escuchara.
Recuerdo que una tenía el celular más
moderno y se encargaba de sacar las fotos a cada momento y oportunidad que
tenía, no eran las más perfectas pero ahora más que nunca estoy segura que el
verlas es más divertido de lo que imaginaba.
La otra era la pequeña, la que cuidaba y la que más ternura me
daba, la amiga que podía bromear y la que podía contarle todo de todo. La que
más cercana era a mi y la que conocí por una serie de complicidades que nadie
podría imaginar.
Era mi mejor amiga, era la que sabía
muchas de mis debilidades y de mis fortalezas, y aunque no siempre me decía lo
que quería oir, me decía lo que en realidad necesitaba escuchar.
Recuerdo esos paseos por el centro, los
lugares secretos que teníamos, los deseos y propósitos que alguna vez metimos
en una botella, las cartas que mencionaban la incondicionalidad de ambas y que
pasara lo que pasara siempre estaríamos juntas.
Puedo contar tantas historias de las dos
juntas y de las horas que pasábamos platicando y reflexionando sobre los temas más
absurdos, ella era esa parte que me mantenía en la tierra y yo la que siempre
volaba.
El día que tomo mi mano y tras
habernos graduado y saber que habíamos quedado en la universidad, me vio a los
ojos y me dijo: ¡lo logramos!
El día que fue mi cumpleaños había
planeado salir a un lugar especial con varios de mis amigos, pero al
final todos me quedaron mal, cada uno tuvo un plan alterno y emergente,
pero ella estaba conmigo diciéndome que hiciéramos otra cosa y que ella me
acompañaría.
Uno de esos días de catorce de febrero en que las dos estábamos sin
pareja y comenzamos a criticar a los que si la tenían y aventarnos en los
columpios que estaban cerca de las casa y
que ahora ya no existen.
Tal vez yo la necesitaba más a ella
que ella a mí, pero eso ya no importa mucho.
Ahora ella me abrazaba y me decía que la
perdonara, pero que todo se acaba y que era hora de separarnos.
No me dio explicación comprensible, solo
un montón de dudas y ojos rojos.
Todo algún día se acaba ....
Si todo se acaba, incluso tu amistad con
tu mejor amiga, ¿En quién más puedes confiar?
Las personas no podemos ser desechables, no podemos soportar esas
situaciones y menos cuando te lo hacen personas cercanas a ti. Solo que ahora
no puedo dejar de preguntarme como es que esto llego a ocurrir.
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